martes, 25 de enero de 2011

Historia? Parte 4

Antes del amanecer estábamos de pie. Finruk preparó algo de comer mientras yo arreglaba nuestras mochilas. Debíamos conseguirnos caballos si queríamos llegar sin que nadie se diera cuenta. A pie nos demoraríamos mucho. El plan era entrar en la siguiente granja y ver si podían vendernos algunos animales. Fácil en teoría.
Luego de varias horas de caminata llegamos a una pequeña cabaña junto a una pradera. Algunas vacas pastaban cerca de allí y a lo lejos se divisaba un sembrado de trigo.
Golpeamos la puerta. Una mujer adulta nos abrió. Le preguntamos sobre los caballos.
-“Deben esperar a que regrese mi marido. No tardará. Ya casi es hora de almorzar.”
Todo parecía normal. La mujer envió a uno de sus hijos a buscar al padre. Parecía algo nerviosa. Tal vez era sólo la impresión, ya que perfectamente podría ser que el calor produjera ese efecto en ella.
De repente Finruk me mira y me dice:
-“Cúbrete el hombro.”
-“¿Por qué?”
-“Sólo cúbrelo.”
Yo obedientemente seguí su consejo. Él se acercó y murmuro a mi oído disimuladamente:
-“Tu marca es clara ahora. No te descubras el hombro. Parece que lo que te dijo ese anciano era cierto. Eres el Elegido, y todos pueden verlo ahora.”
Mis pensamientos se volvieron confusos. Ahora sí que todo se había vuelto serio. Ya no sólo parecía un cuento de viejas.
-“¡Necesitamos los caballos lo antes posible!”
Justo en esos momentos el marido de la mujer entra por la puerta. Muy sereno nos invita al establo a ver los animales que nos podía ofrecer. Cierra la puerta luego de que entrásemos.
-“¿Y qué hacéis por estos lados?”
-“Viaje de trabajo.”-dijo Finruk- “Nos dirigimos a Ruvelef.”
Por el rabillo del ojo logré divisar a un niño montado alejándose de la casa. Finruk, que al parecer había visto lo mismo, rápidamente dijo:
-“Queremos esos dos ¿Cuánto es?”
El granjero algo nervioso nos dice:
-“Si quieren pueden quedarse aquí por la noche. Mi esposa y yo no tenemos problem…”
-“Sólo queremos los caballos. Gracias.”
-“Emm. Por los dos yo creo que serían unas 20 monedas de oro… Si quieren pueden pasar la noche acá. Hay mucho espacio.”
-“Sólo queremos los caballos. Gracias.”
En esos momentos una joven de unos 20 años, cabello castaño largo y ojos verdes intensos entra por la puerta del establo. Dirigiéndose al hombre exclama:
-“El almuerzo está listo papá…”
Se detiene para mirarnos con una clara muestra de sorpresa en el rostro.
-“Están invitados a almorzar si quieren…”- dice el hombre.
Luego de un breve cruce de miradas con Finruk accedemos, pero les recalcamos que luego de eso debemos irnos con los caballos.
Ya dentro de la casa nos sentamos a la mesa. La mujer del granjero nos sirvió una comida exquisita. Realmente abundante. Luego del postre nos tomamos una pequeña copa de licor hecha por el mismo granjero.
-“Me dio sueño.”- dijo mi amigo.
-“A mí también.”
-“¿Qué tal si continuamos el viaje luego de la siesta?”
-“Me parece una buena idea.”
Nos tendimos fuera de la casa, bajo unos manzanos, y nos pusimos a dormir.