viernes, 18 de diciembre de 2009

Poema

He decidico que comenzaré a publicar escritos propiamente mios, es decir, cosas únicamente producto de mi imaginación. Así que hoy haré una excepción, y publicaré un poema de Tolkien, que me pareció muy interesante, y digno de aparecer en este, muy gloriado, blog.

Tu y yo
y la Cabaña del Juego Perdido

Tú y yo... conocemos esa tierra
y a menudo hemos estado allí
en los largos días de antaño, los viejos días de la infancia,
una niña morena, y un niño rubio.
¿Fue por caminos de sueños, luminosos de hogueras,
en el invierno blanco y helado,
 o en las horas de los crepúsculos azules
de camas tempranas,
en las noches adormecidas del verano
cuando tú y yo nos perdimos en el Sueño
y allí nos encontramos...
tu pelo negro sobre el camisón blanco
y el mío rubio enmarañado?

Eramos tímidos de la mano,
o retozamos en la arena de las hadas
y en cubos recogimos perlas y caracolas,
mientras que alrededor los ruiseñores
cantaban en los árboles.
Cavamos buscando plata con la pala
junto a brillantes mares interiores,
y corrimos luego tierra adentro por prados somnolientos
y por un cálido sendero retorcido,
que nunca volvimos a encontrar
entre los altos árboles susurrantes.


No era el aire nocturno ni diurno,
sino ligeramente oscuro con la más leve luz,
cuando por primera vez se hizo visible
la Cabaña del Juego Perdido.
Era de construcción muy antigua
blanca y techada de paja de oro,
y horadada de celocías atentas
que miraban al mar;
y nuestros propios jardines de infancia
estaban allí... nuestros propios nomeolvides,
margaritas rojas, mastuerzos, mostaza,
y un nomophilë azul.
¡Oh! En todos los bordes guarnecidos de boj
brotaban las flores preferidas... el flox,
la espuela de caballero, el clavel y la malva real
bajo un acerolo rojo:
y todos los senderos estaban llenos de formas,
de formas vestidas de blanco que jugaban felices,
y con ellas tú y yo.
Y algunas tenían regaderas de plata
y mojaban sus ropas
o se salpicaban entre ellas; algunas trazaban planos
de casas, ciudades hermosas
o viviendas de los árboles;
y algunas trepaban al techo;
y arriba canturreaban solitarias
y algunas bailaban la ronda,
y tejían coronas de perladas margaritas,
o cazaban dorados abejorros;
pero aquí y allá una pareja
de mejillas rosadas y pelo enmarañado
debatían extraños asuntos, infantiles, antiguos...
¿Y por qué llegó Mañana
y con una mano gris nos arrastró;
y por qué no encontramos nunca la misma
antigua cabaña o el mágico sendero
que cruza un mar de plata,
y esas antiguas costas y jardines hermosos,
donde estas esas cosas que fueron una vez...?
Ni tú ni yo lo sabemos.




Si les interesa dejar su interpretación, háganlo. Yo encantado comentaré, y tal vez, incluso, diga algo sobre la mía. Saludos a todos los que leen.

1 comentario:

  1. Ah, el paso del tiempo!.

    Me llamó la atención la parte en la que especifica la época en la que nuestras vivencias infantiles se transforman en sólo recuerdos mientras el tiempo pasa tan rápido, cito: "No era el aire nocturno ni diurno", el ocaso de nuestra inocencia.

    Pero es curioso que si te sitúas en diferentes versos de éste poema puedes obtener diferentes interpretaciones.
    Muy lindo poema.

    Saludos

    ResponderEliminar