martes, 16 de agosto de 2011

Historia? Parte 6


-“¡Váyanse! ¡Rápido!”
Abrí mis ojos. La muchacha que antes había entrado al establo a anunciar el almuerzo nos despertaba. No entendía nada. ¿Dónde estábamos? Parecía un granero lleno de trigo. Traté de levantarme, pero sentí mis manos y pies atados.
-“¿Por qué estoy atado? ¿Por qué estoy acá?”
-“Porque ellos quieren entregarte a Buskata. Saben que eres el elegido.”
-“¡¿Qué?!”
Rápidamente ella me desató y juntos despertamos y soltamos a Finruk lo más rápido posible. En pocas palabras le explique la situación.
-“Claramente han echado algo en nuestras comidas para después atraparnos fácilmente.”
A lo lejos se sintió el sonido de una patrulla de soldados galopando. El tiempo se nos acortaba.
-“¡Hay que tomar los caballos y salir de aquí!”
-“Ellos no saben que estoy acá”-dijo la muchacha.
-“No importa. Tú vas a ayudarnos a salir de aquí. Tengo una idea.”
Subí rápidamente al segundo piso del granero. En un instante descubrí unas tablas sueltas del techo. Logré moverlas creando un agujero por el que podríamos salir.
-“Vamos. Al techo.”
Logramos salir. Subimos hacia la parte más alta y nos asomamos hacia el otro lado. A lo lejos se veía una nube de polvo acercarse.
-“Esperemos acá. Cuando ellos estén entrando al granero saltamos hacia el techo de la casa y luego sobre sus caballos y nos vamos.”
-“¿Y yo?”
-“Tú serás la distracción.”
-“Cuando saltemos tu gritarás para que ellos te vayan a rescatar, de manera de darnos un poco más de tiempo para escapar.”
En esos momentos los soldados estaban muy cerca de llegar. Eran seis en total. Gracias a que nos encontrábamos al lado opuesto del tejado ellos no podían vernos.
El granjero salió a recibirlos. Ellos malhumorados y expectantes. El que parecía el capitán habló:
-“¿Dónde está?”
-“En el granero.”
Rápidamente tomaron sus armas, desmontaron y se aprestaron a entrar.
Las puertas se abrieron con un estrépito. El techo se movió bajo nosotros.
-“¿Dónde está?”
-“N….no se… Estaba aquí hace un momento. Y su amigo también. ¡Deben haber escapado!”-el nerviosismo se sentía en su voz.
-“Más te vale que sea cierto.”
Ese era nuestro instante.
-“Tú primero”-le susurré a Finruk.
Él saltó hacia el tejado de la casa. Con el movimiento las tablas en las que nos apoyábamos se separaron un poco, crujiendo fuertemente.
-“¡En el techo!”-retumbó la voz de uno de los soldados.
-“¡Ahí están! ¡Veo dos siluetas!”
-“¡Disparen!”
El zumbido de las flechas no se hizo esperar.
-“¡Vamos!”-dije.
Con un movimiento rápido tomé la mano de la muchacha y juntos saltamos hacia la casa. Con nuestro salto todo el techo del granero crujió y en un instante nos encontrábamos en el aire prontos a aterrizar sobre la casa, mientras parte del tejado del granero se desplomaba.
En todo ese despelote una flecha alcanzó el hombro de la muchacha. Logré sostenerla al aterrizar. Finruk ya se acercaba a nosotros con dos caballos. La chica parecía que se iba a desmayar.
-“Aaaaahhhh….”
-“La chicha los dejo huir. ¡Dispárenle a ella también!”-retumbó la voz del capitán bajo las tablas caídas del granero.
-“¡No! ¡Mi hija!”
Dos de los guardias que no habían sido alcanzados por la caída del techo salían del granero en esos instantes.
-“Ella va con nosotros ¡No la podemos dejar en este estado!”-dije.
Ya estábamos sobre los caballos cuando dos flechas pasaron muy cerca de nuestras cabezas.
-“¡Arre!”
Nos alejamos a todo galope mientras escuchábamos los gritos desesperados de los soldados buscando a sus caballos y lanzado las últimas flechas.
-“No te preocupes. No nos seguirán a caballo. Yo los desaté a todos y con la confusión escaparon”-dijo Finruk.
-“Vamos rápido a un lugar seguro. Hay que curar la herida de ésta muchacha.”
-“Esta bien.”
Seguimos cabalgando una hora más hasta que estuvimos en un lugar lejano y seguro. Yo con una muchacha desfallecida con una flecha en el hombro.

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